Esos poros que se doblegan en esa falta.
De temperatura se trata.
De delicados roces, de interminables llamadas.
Que hacemos casi hasta cuando morimos.
Diariamente.
O a mi parecer, el único siempre dentro de lo que pueda.
Venir escondido.
Escabullete, has danzarme en ti mientras recoges mi oreja.
Con tu suave esplendor averiado.
De el cambio de dulce.
A agrio.
De ese dulce y deseado.
Almíbar.
Del medio de tus piernas, del norte de tus muslos.
Recogido de las manos de este simple mortal.
Para pintar.
Éxtasis.
En esa noche, luego de tu propia marea de nubes.
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